jueves, 27 de mayo de 2010

Un recorrido por la vida de Cat Power

La primera vez que Cat Power vino a Buenos Aires fue en el 2001 en el teatro Margarita Xirgu, en un show que quizás para muchos será mejor dejarlo en el olvido. El año pasado volvió para presentar su último disco de covers, Jukebox (2008), en un colmado Gran Rex que agotó todas las entradas. Y este sábado se estará presentando por tercera vez en nuestro país. Sabiendo que la vida privada y la vida profesional de Cat Power van de la mano, puede concluirse que la principal diferencia entre aquella confundida cantante que vino en el 2001 y la mujer establecida y madura que se escucha ahora tiene una razón de ser: Cat Power hoy está sobria.
En varias entrevistas, Chan Marshall, como es su verdadero nombre, solía contar que de chica su mamá le daba cerveza en la mamadera. Así hablaba abiertamente de su alcoholismo, que durante varios años la llevó a dar shows que rara vez terminaban; en la mitad de la noche Marshall era capaz de pararse e irse porque no le gustaba como sonaba, o tal vez se ponía a afinar su guitarra interrumpiendo todas las canciones. Decía que no podía entender por qué la gente iba a verla. Parte de su personalidad conflictuada y depresiva que la dominaba y hacia pensar que no era simplemente talentosísima, sino que era un desastre por donde se la mirara. Pero eso era antes. Porque hace años que logró sobreponerse gracias al apoyo de sus amigos; y a que ya no se despierta con un vaso de whisky en la mano, ni se termina una botella por día. Ahora como mucho se toma una copa de vino antes de salir al escenario para vencer la timidez y los nervios que sigue sintiendo cada vez, pero que ya no le impiden cautivar a todos con su hermosa voz rasposa que sale de lo más hondo de su ser.

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